miércoles, 15 de junio de 2011

Sobre argentinos, bolivianos, chilenos y peruanos

Desde siempre, o por lo menos desde que tengo uso de razón, que en Chile acostumbramos reirnos de los argentinos, porque son pesados y prepotentes; y de los bolivianos y peruanos, porque son calladitos y nos odian por la Guerra del Pacífico; y que los mejores, los jaguares de Sudamérica somos los chilenos. Simplemente, una raza superior.

Y aunque me siento orgulloso y agradecido de esta tierra, la realidad indica que no somos mejores ni peores, simplemente diferentes. Lo digo porque he conocido parte de Argentina (Buenos Aires, Avellaneda y La Plata), Bolivia (La Paz, Copacabana, Santa Cruz y Sucre) y el sur del Perú (Cuzco, Ilo y Tacna); por lo que hay algunas cosas que se deben dejar en claro.

Los argentinos son unos tipos fénomenales, con una capacidad de conversar sobre cualquier tema, con una personalidad que no definiría como ganadora ni de superioridad, sino que simplemente no les interesa qué piensen de ellos y plantean sus puntos de vista sin tapujos, es propio de su educación, de su formación; pero siempre con mucho respeto y base.

En Buenos Aires conversé con muchos y muchas. Ante situaciones tan simples como preguntar dónde es posible tomar la micro o bus para una calle determinada, puedes conversar con ellos durante horas respecto a todos los temas. Son una personas muy agradables y que reciben a los visitantes como un aporte y no como una amenaza; además poseen una riqueza cultural envidiable, con un público deseoso de consumirla y apoyarla. Un ejemplo de lo anterior es su música, tienen una increíble cantidad de grupos de todo los tipos y ritmos: Leon Gieco, Charlie García, Fito Páez, Soda Stereo; sólo por nombrar algunos. En el deporte es lo mismo, no sólo son buenos para el fútbol, sino que para vóleibol, básquetbol, automovilismo, rugby o tenis... parece que no tienen límite, tienen grandes cultores y un público que los apoya.

Mientras, los bolivianos son personas tranquilas, que viven con austeridad, son felices, serviciales y atentos con los que llegan de otros países; sólo tratan de sobrevivir. Pese a que su desarrollo económico no es tan importante sus habitantes tienen voz, hay medios y espacios para poder intercambiar ideas, ejemplo de lo anterior es ver sus periódicos o canales de televisión, que gozan de una diversidad más desarrollado que en Chile.

Llama la atención circular por sus calles, ahí se percibe una mezcla de modernidad y antiguedad (características que noté en Santa Cruz y La Paz, pese a sus evidentes diferencias); por momentos parece que el tiempo no pasa por ellos. Su capital es una ciudad ideal para vivir, con una arquitectura colonial que se ha mantenido en sus casas y edificios de no más de 4 pisos manteniendo una identidad, una arquitectura que se respeta y se agradece.

En Perú pasa algo similar. Ellos son amantes y respetuosos del imperio Inca, protegen su cultura, sus creencias, su forma de ver la vida. Al peruano no le gusta que los intereses extranjeros se entrometan con tanta violencia, como sí sucede en Chile, donde lo aceptamos con una tranquilidad pasmosa, por eso se manifiestan contra los inversionistas nacionales, por no respetar sus costumbres y querer simplemente lucrar con un territorio virgen, en lo que a capitalismo y mercado se refiere.

Lo anterior se relaciona directamente con lo político. Me llama la atención de los analistas chilenos hablan de la inestabilidad de gobierno que existe en Perú (que actualmente está en proceso eleccionario entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori), afirmación que a mi juicio es equivocada, ya que los vecinos tienen un abánico más amplio de candidatos y de ideas dentro de sus partidos políticos, no como en Chile donde hay dos bloques claramente marcados (Concertación y Alianza), esto habla de personas pensantes y críticas de su entorno.

En cambio, los chilenos solemos arrastrar un complejo de inferioridad y superioridad al mismo tiempo (no respetamos a los peruanos y bolivianos, pero miramos hacia arriba a los argentinos), somos amantes de la influencia extranjera proveniente de los países desarrollados afines a la industria cultural estadounidense, pero rechazamos las raíces que vienen de nuestros antepasados, como lo huaso, lo chilote o lo aymara, por citar algunos; viéndolo como un pecado o algo negativo.

Evidentemente cambiar la mentalidad de toda una sociedad es algo que lleva años; pero más allá de decir el clásico cliché "todo pasa por la educación", que puede ser cierto, la diferencia es que la sociedad abra su mente y entre los mecanismos para lograr esto es la utilización de los nuevos soportes y herramientas como facebook, twitter, diarios electrónicos o blogs que tengan los contenidos que realmente sean un aporte.

1 comentario:

  1. no sabia que escribias tan bien!! animate y anda por la novela.. me encantó tu enfoque hacia los bolivianos, cariños, Xi.

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