miércoles, 15 de junio de 2011

Incompetentes

Al ver una presentación de Coco Legrand en el Festival de Viña (youtube.com/ video 7; 1’52”), como buen observador de la sociedad, dedica varios segundos a lo que significa tener éxito en este país, asegurando que los más reconocidos son los “incompetentes”, especímenes de los cuales está lleno este país. Lo anterior, me provoca especial atención, ya que desde que comencé el trabajo en medios de comunicación vi y conocí a varios de esos individuos, sobre todo en el mundo político en su conjunto.
Primero que todo, no hay que diferenciar entre la derecha o la izquierda, ya que los dos bandos hacen nata de estos, los que parecen ser de la misma familia o se camuflan entre un partido y otro, según quién está en el poder.
En general, siempre andan con terno oscuro, bien peinados, corbata y zapatos lustrosos, saludan cordialmente y hasta te dan un abrazo con un par de palmoteos suaves: “como estás, hombre; un gusto verte”, dicen casi mecánicamente para intentar pronunciar tu nombre, que seguramente no recuerdan.
Creen que porque alguna vez alguien del partido les preguntó su opinión, son piedra estratégica, y por ello intentan vincularse con los grupos de poder o  cúpulas locales, sin saber que realmente son vistos como unos ineptos que ni siquiera saben prender el computador y mucho menos mandar un mail, y cuando se atreven la embarran medio a medio, entregando información privilegiada a los destinatarios.
Dice que “este partido debe ser jugado con sus jugadores”, pero resulta que esos por los que abogan son ellos mismos, para que el jefe de turno les dé un puesto donde no haya mucho que hacer y reciban un sueldo reguleque (esto último aplicable tanto para la Derecha como para la Izquierda). Además, sus “jugadores” son tipos que no saben, un verdadero peligro público para cualquier administración.
Además, muestran un escaso espíritu de sacrifico, todos quieren ser jefes de área, asesores o consultores externos, pero nadie quiere realizar el trabajo duro. Quieren cumplir la figura de “gerente”, ese que llega a las 9 de la mañana, se toma dos horas de almuerzo y a las 17 horas se retira a alguna reunión, donde sólo da algunas ideas para que otro las concrete.
Finalmente, si usted ve o vio alguno de estos individuos en su oficina o lugar de trabajo, tiene dos opciones: una ignorarlo totalmente y hacerse el tonto; la segunda, mirarlo con desprecio y mandarlo a la punta del cerro; no tema ninguna represión, carecen de poder, porque en las cúpulas más altas también saben que no aportan y seguramente el lector (usted) es una persona a quien no despedirán, después de todo alguien debe trabajar.

Sobre argentinos, bolivianos, chilenos y peruanos

Desde siempre, o por lo menos desde que tengo uso de razón, que en Chile acostumbramos reirnos de los argentinos, porque son pesados y prepotentes; y de los bolivianos y peruanos, porque son calladitos y nos odian por la Guerra del Pacífico; y que los mejores, los jaguares de Sudamérica somos los chilenos. Simplemente, una raza superior.

Y aunque me siento orgulloso y agradecido de esta tierra, la realidad indica que no somos mejores ni peores, simplemente diferentes. Lo digo porque he conocido parte de Argentina (Buenos Aires, Avellaneda y La Plata), Bolivia (La Paz, Copacabana, Santa Cruz y Sucre) y el sur del Perú (Cuzco, Ilo y Tacna); por lo que hay algunas cosas que se deben dejar en claro.

Los argentinos son unos tipos fénomenales, con una capacidad de conversar sobre cualquier tema, con una personalidad que no definiría como ganadora ni de superioridad, sino que simplemente no les interesa qué piensen de ellos y plantean sus puntos de vista sin tapujos, es propio de su educación, de su formación; pero siempre con mucho respeto y base.

En Buenos Aires conversé con muchos y muchas. Ante situaciones tan simples como preguntar dónde es posible tomar la micro o bus para una calle determinada, puedes conversar con ellos durante horas respecto a todos los temas. Son una personas muy agradables y que reciben a los visitantes como un aporte y no como una amenaza; además poseen una riqueza cultural envidiable, con un público deseoso de consumirla y apoyarla. Un ejemplo de lo anterior es su música, tienen una increíble cantidad de grupos de todo los tipos y ritmos: Leon Gieco, Charlie García, Fito Páez, Soda Stereo; sólo por nombrar algunos. En el deporte es lo mismo, no sólo son buenos para el fútbol, sino que para vóleibol, básquetbol, automovilismo, rugby o tenis... parece que no tienen límite, tienen grandes cultores y un público que los apoya.

Mientras, los bolivianos son personas tranquilas, que viven con austeridad, son felices, serviciales y atentos con los que llegan de otros países; sólo tratan de sobrevivir. Pese a que su desarrollo económico no es tan importante sus habitantes tienen voz, hay medios y espacios para poder intercambiar ideas, ejemplo de lo anterior es ver sus periódicos o canales de televisión, que gozan de una diversidad más desarrollado que en Chile.

Llama la atención circular por sus calles, ahí se percibe una mezcla de modernidad y antiguedad (características que noté en Santa Cruz y La Paz, pese a sus evidentes diferencias); por momentos parece que el tiempo no pasa por ellos. Su capital es una ciudad ideal para vivir, con una arquitectura colonial que se ha mantenido en sus casas y edificios de no más de 4 pisos manteniendo una identidad, una arquitectura que se respeta y se agradece.

En Perú pasa algo similar. Ellos son amantes y respetuosos del imperio Inca, protegen su cultura, sus creencias, su forma de ver la vida. Al peruano no le gusta que los intereses extranjeros se entrometan con tanta violencia, como sí sucede en Chile, donde lo aceptamos con una tranquilidad pasmosa, por eso se manifiestan contra los inversionistas nacionales, por no respetar sus costumbres y querer simplemente lucrar con un territorio virgen, en lo que a capitalismo y mercado se refiere.

Lo anterior se relaciona directamente con lo político. Me llama la atención de los analistas chilenos hablan de la inestabilidad de gobierno que existe en Perú (que actualmente está en proceso eleccionario entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori), afirmación que a mi juicio es equivocada, ya que los vecinos tienen un abánico más amplio de candidatos y de ideas dentro de sus partidos políticos, no como en Chile donde hay dos bloques claramente marcados (Concertación y Alianza), esto habla de personas pensantes y críticas de su entorno.

En cambio, los chilenos solemos arrastrar un complejo de inferioridad y superioridad al mismo tiempo (no respetamos a los peruanos y bolivianos, pero miramos hacia arriba a los argentinos), somos amantes de la influencia extranjera proveniente de los países desarrollados afines a la industria cultural estadounidense, pero rechazamos las raíces que vienen de nuestros antepasados, como lo huaso, lo chilote o lo aymara, por citar algunos; viéndolo como un pecado o algo negativo.

Evidentemente cambiar la mentalidad de toda una sociedad es algo que lleva años; pero más allá de decir el clásico cliché "todo pasa por la educación", que puede ser cierto, la diferencia es que la sociedad abra su mente y entre los mecanismos para lograr esto es la utilización de los nuevos soportes y herramientas como facebook, twitter, diarios electrónicos o blogs que tengan los contenidos que realmente sean un aporte.

Consumir, pero no en grandes tiendas

A própósito de una nota que leí en http://www.ciperchile.cl/, donde las grandes multitiendas como Falabella poseen una lista negra para ver quiénes son los "beneficiados" con tener la CMR o tarjeta de crédito de estas empresas, recordé una curiosa anécdota que me motiva a pensarlo dos veces antes de comprar en estos colosos del consumo.

Hace algunas semanas (un sábado) fui a Almacenes Paris, que finalmente se estableció en Arica (en la esquina de 21 de Mayo y Patricio Lynch). Mi requerimiento era básico, comprar dos camisas, una blanca y otra azul para ir al trabajo y verme más "presentable". Hasta ahí todo bien, pero jamás me imaginé que tal trámite me tomaría casi una hora de mi tiempo y varias rabias.

Como decía, entré y seleccioné dos camisas, las pagué con redcompra, pero al llegar a mi casa me percaté que una de ellas usaba colleras. El día lunes fui a pedir el cambio de la prenda en cuestión, seleccioné una que sí usaba botones y cuando llegué a la caja me dijeron: "señor, tiene un saldo a favor por 1.000 (mil) pesos, así que debe comprar algo".

Ahí empezó lo malo. Como me pillaron volando bajo, pregunté si había algo de ese precio. Con tono irónico me dijeron que no. Así que comencé a buscar algo barato, pero todo estaba de los 5 mil para arriba, mientras pensaba que no quería gastar más dinero. En ese momento recordé que durante mi época de reportero de La Estrella de Arica, había desaarrollado cercanía con el director del Sernac (Servicio Nacional del Consumidor), Luis Monsalve. Lo llamé a su teléfono, pero no me respondió, aunque sí resonó en mi conciencia sus palabras: "La ley avala al consumidor, el puede cambiar o devolver la mercadería teniendo la boleta". Y eso hice.

Me acerqué al mesón: "señor, no quiero cambiar la camisa, quiero devolverla; la ley del consumidor me avala", dije orgulloso.

Un orondo joven llamó a la jefa de piso, una colorina con postura agresiva, con quien sostuve un curioso diálogo que deja ver cómo nos ven las empresas a los consumidores y lo que opinan sobre el marco legal que debe regir a todos por igual, independientes de persona natural o jurídica y de la cantidad de dinero que tiene en el banco.

- Vendedora (V): Paris no devuelve dinero, son políticas de la empresa.
- Alberto (A): Paris no está por sobre la ley de la República. La Ley del Consumidor me avala.
- V: Voy a preguntar si se puede.
- A: Paris ni niguna tienda está por sobre la ley. (Le recalqué, mentras me dejaba hablando solo).
(Después de tomar un teléfono negro y hablar algunos segundos con alguien con poder de decisión seguimos conversando).
- V: A ver la boleta... mmm.... pero debe regresar las dos prendas que compró para anular la venta. De lo contrario no se puede.
- A: Pero yo quiero devolver sólo una. Además la otra la tengo puesta (en efecto la lleva encima).
- V: Ya. Veamos. Lo haremos así, aunque sólo se puede cambiar únicamente porque pagó con red compra, porque si la hubiese pagado con tarjeta de crédito no sería posible. La señorita la atenderá, espere un poco.

En ese momento una joven se me acercó y me dice que la espere un poco. Pasan cinco minutos, mientras juro y rejuro que nunca más compraré en multiendas para perder tiempo y pasar rabias, donde efectivamente hay ofertas, pero que indudablemente en el largo plazo hay serios perjuicios para la economía local (aunque varios lo niegue, porque está comprobado que es la pyme la que da más trabajo en Chile y no estas empresas). Las Pymes no pueden competir con ellos y quiebran, los sueldos que ofrecen las tiendas de retail son muy bajas, casi ilegales, y donde los horarios de trabajo llegan al límite; donde se burla a la ley sin ningún asco, ejemplo de lo anterior es el supermercado Lider, que legalmente funciona con varias empresas en su interior, es decir, son muchas empresas independientes para así restarle fuerza a los sindicatos en caso de huelga o para no otorgar derechos, como salas de cunas en caso de tener más de X mujeres trabajando. En fin... sigo la historia.

La señorita me dice que debo firmar 3 papeles donde acepto que se me devolvió el dinero. En ese momento le dije:
"Esto es amedrentar al usuario. Por qué a la hora de comprar y pagar, todo es rápido y expedito, pero a la hora de devolver sólo 15 mil pesos, hay que esperar, discutir y firmar papeles".
- Es para que quede constancia, dijo.
- Para comprar, la boleta es constacia, es curiosa la diferencia.

Entregado el dinero pregunté por el libro de reclamo. Subí al tercer piso, donde estaba una secretaria y escribí dos páginas explicando lo que pasó. Sí vi que de reclamos poco y nada, sólo felicitaciones, pensé que son de los familiares de los funcionarios.

Al término, meditaba que no sé si servirá de algo todo lo que hice, que el sistema está pensado para que los grandes ganen y que lo único que queda es ejercer el derecho, aunque cueste; también concluí que lo pensaré varias veces antes de comprar en otra multienda, retail o como se llame... ¿y tu? ¿Qué harás?