domingo, 17 de julio de 2011

22.084, expediente psicópatas de Viña del Mar

La historia de los psicópatas de Viña del Mar es un caso digno de recordar y el motivo de mi tesis para titularme como periodista. Esta serie de crímenes ocurrieron en la década de los ochenta, una época de Chile que está marcada por los más diversos hechos.

La Junta de Gobierno llama a votar para aprobar una nueva Constitución para la nación. En el plano deportivo, Santiago Wanderers se debate entre la primera y segunda división del balompié rentado. En tanto, Sportiva Italiana se titula campeón del básquetbol nacional. El área de espectáculos está marcada por ilustres visitas como la vedette argentina Moria Casan y los cantantes Julio Iglesias y José Luis Rodríguez al XXI Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. El diario “La Estrella de Valparaíso" muestra variados avisos donde se exhibe un departamento en un seguro barrio, o compre el nuevo Citröen AX para su comodidad.

Ese era el ambiente que había en la zona costera de la Quinta Región, años que estuvieron marcados por asesinatos en serie de parejas que se encontraban en lugares solitarios, caso que fue denominado como “los Psicópatas de Viña del Mar”, historia que se desarrolló entre 1980 y 1981.

Crímenes.
La historia se inició el día 5 de agosto de 1980, cuando “La Estrella de Valparaíso” publicó en su portada que un Austin Mini había quedado colgando en la plaza Bellamar, ubicada en cerro Esperanza, apunto de precipitarse sobre la avenida España.

Hasta ahí no pasaba de ser un suceso curioso y de posible peligro para los automovilistas que transitan diariamente por dicha arteria. Pero nadie imaginaba lo que significaría este hecho. Dos días más tarde, cerca del Jardín Botánico, se encontró al dueño del vehículo, Enrique Gajardo Casales, un electricista de Enami, que además hacía clases en la escuela D-329. Dicho crimen no pasaba de ser uno más para los policías. Pero este no es más que el inicio de una serie de asesinatos que sucederían en los próximos meses y que mantendrían aterrorizados a los habitantes de la región.

Luego de tres meses y seis días, otra muerte enlutó a Viña del Mar, está vez fue el turno de Alfredo Sánchez Muñoz, ginecólogo de 34 años, que se encontraba en las inmediaciones de la Laguna Sausalito junto a su novia Luisa Bohle, enfermera del Hospital Gustavo Fricke.

En los momentos que buscaban un poco intimidad, fueron abordados por dos individuos. El médico fue sacado del automóvil Renault en que iba la pareja y ultimado de dos disparos en el tórax, mientras que su acompañante fue violentada sexualmente por los individuos. Las características de ambos crímenes fueron muy similares: mismo calibre de pistola (38), lugar solitario y modus operandi, junto con escasear mayores pistas como huellas o testigos.

El sábado 28 de febrero de 1981, Fernando Lagunas y Delia González fueron las siguientes victimas. Sorprendidos en el estero Marga-Marga, recibieron seis disparos, tres para cada uno, además la mujer fue acuchillada. El arma utilizada nuevamente fue un revolver calibre 38. Además de ser un lugar apartado, oscuro, típico de parejas de enamorados. Ya se especula de cierta periodicidad, alrededor de tres meses, junto con comenzar a hablar de un psicópata, la población comentaba del demente que andaba suelto, todos temían por su seguridad.

Dos meses y 19 días después de lo sucedido en el estero, la historia vuelve a repetirse; ahora el turno le corresponde al obrero Jorge Nicolás Inostroza, quien es abordado en Reñaca Alto, junto a Margarita Santibáñez. Los antisociales, que descienden de un taxi, ponen de rodillas al varón y lo ejecutan, mientras que su acompañante es vejada. Los individuos son descritos como uno alto de 1 metro y 80 centímetros, autoritario, tez blanca y el otro más bajo de 1 metro y 70 centímetros, grueso y que acata las órdenes del primero. Junto a dicho homicidio se descubre el cuerpo del taxista Luis Morales, quien fue encontrado en un basural en el camino de Santa Inés, que conduce al sector de Granadilla.

El ambiente ya era de extrema preocupación, la gente se retiraba raudamente a sus hogares una vez llegada la noche. Ya eran seis las personas asesinadas en similares circunstancias, baleadas por un arma calibre 38, por dos tipos, y lugares frecuentados habitualmente por parejas de enamorados. Estos hechos redundaron en una ostensible baja del comercio, pues la vida nocturna era escasa, los restaurantes y bares no tenían clientela, la noche solamente era para los más osados.

Está vez, el que sufrió los bajos instintos de los antisociales fue Oscar Noguera, empleado bancario, quien iba por el camino troncal en compañía de su amiga Ana María Rivera cuando fueron interceptados por un taxi que los obligó a detenerse; ambos pensaron que se trataba de carabineros que realizaban un inspección de rutina. Del vehículo bajaron dos encapuchados que violaron a la mujer y mataron al varón. El automóvil de alquiler pertenecía a Raúl Aedo León, quien fue hallado en la curva la herradura del Olivar, muerto por dos tiros en la espalda. Los psicópatas habían actuado otra vez.

Pasaron más de tres meses y la sed de muerte volvió a saciarse. Ahora les tocó a Jaime Ventura y Roxana Venegas, de 19 y 22 años, respectivamente, quienes se encontraban bajo el puente Capuchinos, cuando fueron ultimados, en esta ocasión sólo por una persona. En rigor fueron los últimos que perecieron ante estos asesinos.

Inculpados.
Tanto en Carabineros como en Investigaciones había hermetismo total respecto al caso, no había luces sobre los culpables, se interrogaba a las mujeres que habían sobrevivido, además se recibían llamados de la comunidad que aportaba con algunos datos.

Pero el 2 de marzo de 1982 todo cambió, un rumor corre fuerte por las calles de la Ciudad Jardín: cayó el psicópata. El presunto asesino era Luis Eugenio Gubler Díaz, un conocido empresario de la zona, director del Banco Nacional, dueño de una empresa relacionada con mercados argentinos, holandeses y estadounidenses, socio de la constructora Costa-Gubler, además hijo de Luis Gubler Escobar, presidente de la Compañía Sudamericana de Vapores.

Junto a lo anterior, es casado con Mariana Herrera, hija del ex alcalde de Viña del Mar, Raúl Herrera. Las características físicas del inculpado se adaptaban perfectamente a uno de los retratos hablados: 42 años, tez blanca, ojos claros, 1 metro y 78 centímetros, carácter fuerte, bastante reservado, pero a veces mostraba signos de violencia desmedida contra los homosexuales. Le gustaba ir al Casino y practicar tiro al blanco en su parcela de Limache (localidad situada a pocos kilómetros de Viña).

Tras su captura, el director de la policía civil, Fernando Paredes, afirmó que la investigación está resuelta en un 99% y que Gubler “está confeso de cuatro crímenes”. Asimismo, el médico legista porteño, Mario Ibarra, aseveró que “las muestras de semen y sangre encontradas son concluyentes”. Al mismo tiempo surge la información que la esposa de Gubler, Mariana Herrera, estuvo internada en una clínica debido a una crisis nerviosa ya que acusó a su esposo de ser el psicópata, luego de encontrar unas botas embarradas con lodo.

Lo increíble ocurrió seis días más tarde, el lunes 8 de marzo, Gubler es dejado en libertad incondicional por falta de méritos, lo mismo ocurre con Guillermo Morales Anabalón, oficial de aduanas, amigo del anterior.

Mientras tanto, en un hecho inédito, el presidente de la Corte Suprema, Israel Bórquez, criticó la información periodística, tildándola como irresponsable y de acusar a un inocente. En cambio, son detenidos los policías Carlos Alberto Topp Collins y Jorge José Sagredo Pizarro, como los responsables de tales crímenes.

Esto produjo un relajo en el grueso de la población de la Quinta región que por fin pudo relajarse, salir por las noches y disfrutar más tranquilos por las noches; asimismo el comercio comenzó a disfrutar de una mayor afluencia de clientes. Aunque en algunos círculos había dudas si eran sólo dos los responsables o si había más eventuales asesinos rondando en la noche viñamarina.

Veredicto y desenlace.
Luego de varios días de reclusión, Jorge Sagredo confiesa que él es el principal responsable de los crímenes, incluso dando descripciones sobre cómo ocurrieron los hechos, por ejemplo en el doble asesinato del Puente Capuchinos, afirmó que actuó solo. Mientras, Topp afirma que es inocente y que Sagrado encubre a alguien, además de afirmar que su familia está amenazada de muerte.

Después de algún tiempo, Sagredo delata al también policía Juan Quijada como autor de los disparos en el doble crimen del Estero. Quijada es interrogado, pero dejado en libertad, pocos días después.

Dentro de los antecedentes hay temas que no quedaron claros, como los testimonios de varios testigos claves, como los casos de Ana María Rivera y Margarita Santibáñez, que no reconocen a los carabineros  Sagredo y Topp como los responsables.

También está el testimonio del empresario Jorge Yacer Eltit, que vio a los conductores del taxi del crimen del Pangal y aseguró que no eran los uniformados los que conducían el automóvil de alquiler, sino que “otro” de los inculpados. El profesor Carlos Leiva, vio a los que bajaban del Austin mini de propiedad del ingeniero de Enami Enrique Gajardo y también afirmó que los ex policías no son los que bajaron del vehículo.

Junto a lo anterior, está el testimonio de Roberto Salinas Labarca y Rosemarie Pabst Molina, quienes estaban en Caleta Abarca, donde ocurrieron los últimos crímenes, y que no pueden asegurar que los dos inculpados sean los responsables del doble crimen del puente Capuchinos. Mientras Sagredo dijo que había actuado solo, los jóvenes aseguran haber visto a dos individuos.

Luego del juicio, el fallo estableció distintos grados de culpabilidad de ambos carabineros en cada uno de los asesinatos. Junto a los crímenes se les sumaron varios delitos como robo y ofensas a la moral. A Jorge Sagredo se le acusó de ser el autor de los ajusticiamientos de Fernando Lagunas, Delia González, Jaime Ventura, Roxana Venegas y de robo a Emilio Martínez, Berta León y Manuela Gómez; y ultraje público a María Torres y Daniela Torres.

En tanto, a Carlos Topp se le culpó de tres violaciones: Luisa Bohle, Margarita Santibáñez y Ana María Rivera. Además de seis crímenes: Enrique Gajardo Casales, Alfredo Sánchez, Luis Morales, Jorge Inostroza, Raúl Aedo y Oscar Noguera. También es acusado de asalto a Juan Espinoza, Flor María Osses Echeverría, Oscar Morales, Jaime García, Raúl Rojas, Adelia López y Hugo Aragón.

Un dato anecdótico dentro de la historia, es que luego de ser dejado en libertad incondicional, el nombre Luis Gubler ya no es citado nunca más dentro del proceso, solamente se refieren a él como “otro inculpado”. Su nombre está en la palestra menos de un mes en los medios de comunicación, ya que este demandó y ganó la querella a todos los diarios, radio y canales de televisión de Chile.

Luego de dos años de proceso Sagredo y Topp  son condenados a la pena de muerte, la que se realizó en Quillota, cerca de Valparaíso, seleccionado como la plaza ideal por sus medidas de seguridad.

Con alrededor de cincuenta personas, entre autoridades y periodistas, el fusilamiento se materializa a las 5.52 horas del 29 de enero de 1985 en la cárcel de Quillota. Armados con submetralletas Uzi de 9 milímetros cargadas con una sola bala, el batallón realizan la descarga.

Luego de seis interminables minutos, los médicos dan cuenta de su muerte, en lo que sería la última vez que se aplica la pena capital en Chile. Pero en algunos siguió dando vueltas si realmente se había hecho justicia en este caso, que hoy descansa en el archivero judicial de Viña del Mar, sin que nadie pueda verlo (debido al mal estado), catalogada como la causa 22.084. Sin duda, un número lleno de historia.

San Marcos y el estadio Carlos Dittborn

Para los que no saben, en la región de Arica y Parinacota hay una polémica respecto a la remodelación del Estadio Carlos Dittborn. Sucede que en el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet (antes de terminar su mandato) comenzó un plan de reparación o construcción de nuevos estadios.

El problema fue que el principal recinto de la región no obtuvo todos los recursos necesarios (5 mil millones, aproximadamente) que sólo alcanzaban para la obra gruesa, pero no para el techo, butacas y pista atlética, por lo que se necesitaban y 3 mil millones más para terminarlo, lo que finalmente se aprobó por el Consejo Regional, tras acuerdo con el gobierno.

Más allá de toda la introducción y de quién entregó la plata, me llama la atención que la principal crítica de los medios de comunicación y la comunidad es: “¿dónde va a jugar San Marcos?” (club profesional de fútbol de esta ciudad y que nunca ha ganado algo en su vida deportiva y que entrega más rabias que alegrías).

Me preguntó ¿cuál es la obligación del Estado o la Municipalidad de entregar un recinto para que una entidad privada siga ganando plata?  En Argentina muchos equipos tienen estadio propio (Boca, River, Estudiantes, Independiente, Racing, en fin), pero en Chile son pocos los que poseen su casa (Colo- Colo, Católica, Unión.. ¿cuál más? ¿me ayuda?), prácticamente todos juegan en reductos municipales o fiscales (Arica, Iquique, Antofagasta, La Serena, Coquimbo, Viña, Valparaíso, Rancagua, La Florida, El Nacional, Concepción… uf y se puede seguir nombrando).

En lugar de reclamar, San Marcos debería gestionar desde ya su estadio, sé que es un club pobre que depende de la voluntad de su mecenas, Carlos Ferry, para pagar sueldos; pero el Dittborn debe pensarse para todos los deportes y no sólo para fútbol, qué pasa con los gemelos Araya (campeones en Marcha) y otras disciplinas; apurar la entrega del recinto es por y para la comunidad, no para una institución que cobra entrada y que sólo lo ocupa dos veces al mes, con una asistencia promedio de menos de 3 mil personas y que muestra un pobre rendimiento de local.

Otro punto interesante es que para cada partido de San Marcos, deben llegar más de un centenar de Carabineros para cuidar el orden público, pero ¿por qué no hay guardias privados?, ¿por qué San Marcos no contrata personal para la seguridad? Ahí se están gastando recursos de todos los chilenos y ojo que esto no es sólo mi opinión, sino que también me lo confirmó un alto oficial de esta región.

¿Conclusión?, que las autoridades y los dirigentes de este club dejen de ser tan frescos y den por lo menos den las gracias, porque en marzo del próximo año tendrán un estadio de lujo, mucho premio para un club mediocre que está más cerca de bajar a tercera división que de campeonar en la serie B y menos en la A, y qué decir de jugar una Copa Libertadores de América. Mejor que digan nada.

La policía y su nuevo rol

Una incautación de 2 mil pares de zapatillas falsificadas equivalentes a 40 millones de pesos realizó personal de la Brigada de Delitos Económicos (Bridec) de la PDI, en las ferias Las Palmeras y Palmeritas, ubicadas en Velásquez con Maipú. La diligencia se originó tras la denuncia recibida por parte del Estudio Marinovic y Cia, que representa a las firmas Nike, Puma, Adidas y Umbro, en la que se detuvo a seis personas por infringir la Ley de Propiedad Industrial”.

Los más rigurosos dirán que con este caso se acogió la ley contra la piratería, la que sanciona este tipo de hechos, pero basta con darle una segunda mirada al texto para deducir el nuevo rol de las policías: más que velar por el bien común (como combatir la delincuencia) estas instituciones se han transformado en guardaespaldas de las grandes transnacionales.

¿Cuál es el peligro que implica una falsificación de zapatillas?, ¿a quién daña? La respuesta es obvia: los perjudicados, los únicos, son las empresas que registran una disminución en las ganancias de su balance anual, después de todo hay que cuidar la billetera de los que financian campañas y dan pega.

Sigo. El nuevo rol de la fuerza pública también se puede ejemplificar de la siguiente manera: vaya y denuncie en Carabineros que le robaron un millón de pesos, de inmediato le preguntarán cómo ocurrió, dirán que “enviarán una patrulla”, pero ¿qué pasaría si agrega que ese robo de dinero proviene de los intereses que le cobró La Polar? Todos saben quién son los responsables, ladrones de cuello y corbata, pero nadie puede ponerles ni un dedo encima.

Otro ejemplo para cuestionar el rol de la fuerza pública del siglo XXI son las multas de tránsito, ¿quién no ha sido sancionado por violar alguna norma? (como no usar el cinturón de seguridad o exceder la velocidad máxima). Está bien fiscalizar, pero si se analiza con cuidado, curiosamente los carabineros sacan más multas en marzo, cuando hay que pagar los permisos de circulación, después de todo, los dineros por las infracciones van a las arcas municipales. Los uniformados deberían estar haciendo presencia en poblaciones o barrios de altos índices de delincuencia.

Un ejemplo más extremo del rol de la nueva policía dice relación con la cada vez menor tolerancia a las manifestaciones ciudadanas. Aunque vivimos en democracia, el ejercicio de reclamar contra las políticas y decisiones públicas parece ser cada vez más limitado, ya que antes de autorizar cualquier movilización se piensa más en defender y cuidar el mobiliario urbano, como si lo material fuese más importante que las ideas (aunque aclarar que la decisión final pasa por la autoridad política).

¿Se ejerce la justicia de la misma forma para todos? ¿somos cada uno de nosotros iguales ante la ley? La respuesta es evidente. Por lo anterior, la ciudadanía, los mismos policías y los gobiernos de turno deben preguntarse cuál es la verdadera función de los encargados de la seguridad pública: si defender los intereses económicos de un sector determinado o ver por el bien común. Es el momento de cambiar.

Horarios de atención

Siempre se ha cuestionado lo tarde que abre el comercio ariqueño, observación con la que concuerdo, no puede ser que pasadas las 11 de la mañana se comience con la actividad en el centro de la capital regional, aunque me parece que eso ha ido cambiando con el tiempo. Pero más allá de lo anterior, creo que lo más bizarro son los horarios de atención.

Me explico. Por más de una semana he intentado hacerme el tiempo para ir a pagar las cuentas (agua, luz y gas), y aunque también he sido negligente (flojo y olvidadizo), lo admito; ese peregrinar por diversas partes de la urbe despertó mi curiosidad: muchos de los lugares de atención o recepción de los pagos funcionan con horario de oficina (10 a 13.30 horas y de 15 a 18 horas), lo que ciertamente no concuerda con los tiempos de la mayoría de las personas que tienen plazos rígidos para ir a almorzar. El comercio debe funcionar respecto a la disponibilidad de tiempo de sus clientes y creo que en este caso no se cumple.

Como decía, he ido a diversos lugares y me ha pasado de todo: negocios que cerraron o se cambiaron a una ubicación lejana (como la tienda de juegos de azar a un costado de Vereda Bolognesi); fui al Lider, donde las filas para Servipag eran para estar parado cerca de 40 minutos; fui a otro centro de pago, pero estaba cerrado porque llegué fuera del horario estipulado y, la última sí que es buena, el sábado 15 de julio llegué hasta el Servipag del Santa Isabel, que está cerca de la Clínica San José, pero estaba cerrado por el feriado de la Virgen del Carmen. Me fui una “caja vecina” (que está en la Villa Pedro Lagos, lugar donde vivo), pero también estaba cerrado (a las 11.30 de la mañana), una señora de un negocio me dijo: “no sé a qué hora abren, es relativo”.

Extrañamente recordé cuando tenía televisión por cable (VTR) y cada vez que decidía ir a las oficinas, frente a “Snobgenzo”, en 21 de Mayo, los horarios eran rígidos y poco accesibles, igual que Entel que incluso cierra sus cajas a las 17.30.

¿Pago en línea? Es una buena opción, pero pese a tener cuenta corriente en el BCI, siempre me he negado, por miedo a que de alguna forma me estafen. Me explicaron que cuando se habilita esta forma de pago es como una ventana que queda abierta aumentando las posibilidades de fraude por un experto en informática, quizás soy demasiado exagerado.

Muchos me juran que están todos los mecanismos de seguridad para evitar el robo del dinero desde los sitios web, pero sin duda que todo mecanismo es alterable, sino ¿para que los mismos bancos ofrecen un seguro en caso de robo de Redbanc o por internet?

Tampoco me agrada que mis datos personales estén en más y más manos o bases de datos, eso si que ya no lo tienen todas las empresas.

Siguiendo con la historia de pagos, recurrí a un amigo, quien me ofreció cancelar mis deudas por el sitio web de su banco, pero pese a que lo fui a visitar él estaba ocupado y nunca pudimos hacer la operación.

Me pregunto, ¿cuál será la razón para tener esos horarios tan raros?, ¿por qué el sistema impulsa al usuario a pagar por internet? Creo que una de ellas es precisamente promover este mecanismo, así se ahorran el sueldo del cajero y reducen la planta de personal, bajando los costos de producción para que los accionistas y gerentes ganen más dinero.

¿Qué haré? Pese a mi negativa de años y temores por meterme al sistema, parece que haré lo que me dicta los nuevos tiempos. Eso, si es que alcanzo a llegar al banco en su horario de oficina.